ALENTEJO LITORAL

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Delfines en la Costa del Alentejo - Estuario del Río Sado



Reportaje muy interesante publicado por "El Rincón de Sele" y que coloco aquí por su interés turístico.

Delfines en la Costa del Alentejo - Estuario del Río Sado

En Tróia, puerto del norte de la costa de la región del Alentejo en Portugal, se da un curioso caso que me llamó mucho la atención. El lugar donde va a morir el río Sado, en zona de marismas y salineras que llevan funcionando desde la época romana, cuenta con unos habitantes de lo más especiales. Un nutrido grupo de casi treinta delfines, llamados golfinhos en portugués, resisten en estas aguas tranquilas en las que han encontrado estabilidad a pesar de quedar cerca la ciudad de Setúbal, los astilleros y el paso regular de ferries y embarcaciones a motor. Tras haber menguado su población décadas atrás, parece que el declive de una colonia que estaba abocada a desaparecer se ha detenido, dándose incluso nuevos nacimientos con un elevado porcentaje de supervivencia.
Delfines en el estuario del río Sado (Troia, Alentejo, Portugal)
La observación de delfines en el estuario del río Sado, respetando todas las premisas del turismo sostenible y ecológico, se ha convertido en uno de los puntos fuertes en Tróia y los parajes naturales que la rodean. De hecho quienes conocen bien este lugar se saben de memoria los nombres de todos los delfines o golfinhos que se dejan ver en libertad y saltan junto a las barcas acompañados de decenas de gaviotas. Son, de una forma u otra, familia de la preciosa y salvaje costa alentejana. 

EL ARTE (Y PLACER) DE OBSERVAR DELFINES EN EL ALENTEJO

Ruta en Coche por la Costa del Alentejo


Fantástico reportaje publicado por el Blog "El Rincón de Sele" el pasado día 17 de noviembre de 2014 y que pongo aquí por su interés turístico.

Ruta en Coche por la Costa del Alentejo

A pesar de que el Algarve sea la región que se lleva todos los focos del turismo en el litoral portugués, lacosta del Alentejo representa una de las mejores sorpresas que esconde el país vecino en cuanto a playas salvajes y el encanto de pequeños pueblos de tradición pesquera se refiere. A través de 200 kilómetros que mantienen a nuestro lado las olas y acantilados del Océano Atlántico nos encontramos la autenticidad de las villas marineras tal cual eran, primitivos puertos de palafitos sostenidos de puro milagro, playas de ensueño sin primeras líneas de edificios torpedeándolas, así como rincones de naturaleza casi virgen en los cuales incluso se llega a ver saltar los delfines. De la costa alentejana, concretamente de Sines, era Vasco de Gama, el navegante que enlazó por mar Europa con la India. No nos hará falta en este viaje atravesar como él lo hiciera el Cabo de las Tormentas, sino más bien tomar un automóvil para hacer un recorrido muy especial por este precioso y desconocido litoral en el sur de Europa.
Una calle cualquiera de Odemira, a mitad de camino entre Lisboa y El Algarve (Alentejo, Portugal)
Os propongo me acompañéis por los lugares más significativos de una ruta en coche por la costa del Alentejo, entre la Península de Troia y Vila Nova de Milfontes, para conocer qué se puede ver y hacer en una región que parece haber sido tocada con una varita mágica. 

TRÓIA – VILA NOVA DE MILFONTES, UN RECORRIDO COSTERO POR LA PORTUGAL DE SIEMPRE

El Alentejo - Finura Rural


Artículo publicado por Javier Montes en El Viajero de EL PAIS el 12 de Diciembre de 2014

El Alentejo - Finura Rural

Más que España, a estas alturas Portugal es el diferente. Por lo menos de nosotros, sus vecinos de península, con nuestra resaca del letal cóctel del ladrillo y nuestra relación áspera y agresiva con nuestro patrimonio. Basta cruzar la frontera del Alentejo, camino de Lisboa por la A-5, y desaparecen por ensalmo los signos de corrupción urbanística y los pelotazos que perversamente se vendieron como progreso en tantos sitios de la España rural.


JAVIER BELLOSO
Si el paisaje de un país es el termómetro ético de su paisanaje, en el Alentejo marca los grados justos de la buena salud. Al otro lado de la frontera extremeña el clima físico se mantiene y se templa al acercarnos al mar. El otro, el moral, nos habla de comunidades que simplemente no compraron la idea-trampa de que se prospera destruyendo. Encontramos villas prósperas, bien abastecidas de servicios sociales, cooperativas y combativas desde siempre, bien comunicadas dentro de lo razonable (nada de radiales absurdas ni autopistas desiertas), a las que envidiamos sus faltas: de bloques estridentes y grúas oxidadas, de ensanches chapuceros, de rotondas inútiles y pretenciosas. El ojo español tarda en acostumbrarse a lo que no debería ser novedad: al paso fluido entre lo rural, lo agrícola y lo urbano, a que desde las plazas mayores se entrevean olivares y sembrados sin sembrar de cascotes, a que las calles conserven su arquitectura tradicional sin perder su personalidad cotidiana ni convertirse en parques temáticos.

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